Isabel Zendal: La primera enfermera española que dejó huella en la historia
Este año conmemoramos el 250º aniversario del nacimiento de Isabel Zendal, la enfermera responsable del cuidado de los niños en la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna de la viruela. Pionera en la búsqueda de la excelencia de los cuidados de enfermería aprendidos medio siglo antes de que Florence Nightingale sentara las bases de la profesionalización de la enfermería.
Existen referencias documentadas con 35 versiones distintas pero su nombre correcto es “Isabel Zendal Gómez”.
Nació y vivió su infancia en Santa María de Parada (La Coruña) en una familia de humildes agricultores. En 1788 se desplazó a La Coruña para trabajar de criada en casa del comerciante hasta 1796, cuando quedó embarazada. Consiguió un puesto como ayudante en el Hospital de la Caridad de La Coruña y gracias a su buen trabajo en 1800 consiguió el puesto de rectora de la Casa de Expósitos.
ORIGEN DE LA EXPEDICIÓN
A finales del Siglo XVIII, Carlos IV quiso ayudar a paliar la pandemia de viruela que diezmaba las poblaciones españolas de ultramar encargando a Francisco Javier Balmis la organización de una expedición que llevara la recién descubierta vacuna por todas las posesiones españolas repartidas por el mundo. Balmis se rodeó de un equipo de profesionales de confianza de formación militar acostumbrados a tratar con obedientes soldados no con rebeldes niños necesarios para transportar la vacuna inoculada en sus brazos.
Tras elegir en Madrid a los primeros niños comenzaron un viaje tan caótico hasta La Coruña que Balmis llegó a replantearse la estrategia de la expedición.
En La Coruña Balmis continuó con la selección de los niños en la Casa de Expósitos donde descubrió a nuestra protagonista y su condición de experta en cuidados de niños. Balmis decidió incorporándola a la expedición como enfermera e Isabel Zendal aceptó con la esperanza de encontrar una nueva vida para ella y su hijo.
EL VIAJE
El 30 de noviembre de 1803 dio comienzo la expedición. Zarparon del puerto de La Coruña con dirección a Canarias. Y tras vacunar y adiestrar en la técnica, comenzaron la travesía atlántica.
Las duras condiciones de los viajes hacían dificilísimo prestar a los niños unos imprescindibles cuidados, en unas mínimas condiciones higiénicas y con el orden necesario que evitara la inmunización casual entre ellos, lo que ponía en riesgo el éxito de la expedición. Este fue lo que hizo de Isabel Zendal el elemento principal de la expedición. Con sus cuidados consiguió mantener la salud y el bienestar de los niños, y con ello conservó en correcto estado de la vacuna.
Vacunaron en Puerto Rico, Venezuela, Cuba y Méjico, y tras elegir 26 nuevos niños, atravesaron el Pacifico en dirección a Filipinas, donde continuaron vacunando desde febrero de 2005 hasta que en agosto de 1807 regresaron a Acapulco con los niños mejicanos. Por fin, Isabel pudo reencontrarse de nuevo con su hijo Benito en Puebla donde fijaron su residencia y comenzaron una nueva vida desde un acomodado nivel social y con el reconocimiento general por su trabajo en la expedición. Allí falleció, aunque se desconoce la fecha de su muerte y la ubicación de su tumba.
Esta hazaña sanitaria supuso el comienzo de la consecución de la erradicación de la viruela en el mundo.
En España su legado quedó olvidado durante dos siglos hasta hace seis años gracias a la “Asociación Isabel Zendal” que investiga y difunde su hazaña. Ensayos, novelas y películas, e instituciones que han tomado su nombre como el grupo biofarmacéutico gallego “ZENDAL” que actualmente produce la vacuna contra la COVID-19 de la multinacional Novavax, o el nuevo hospital de pandemias de la Comunidad de Madrid “Hospital Enfermera Isabel Zendal”.
Para leer el artículo completo en la revista "Noticias de Enfermería" nº 125
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