“LA CONDESA DE BURETA” Heroína y enfermera de los Sitios de Zaragoza
María de la Consolación Azlor y Villavicencio, la Condesa de Bureta, fue una de las muchas enfermeras heroínas de los Sitios de Zaragoza.
Nació en 1773, en una familia ilustre, cuando su padre fue nombrado virrey de Navarra toda la familia se trasladó a Pamplona, donde transcurrió la infancia de nuestra heroína hasta la muerte de su padre en 1787, momento en el que regresaron a Zaragoza.
Su formación cultural fue muy esmerada, a los diecinueve años, contrajo matrimonio con Juan Crisóstomo López-Fernández de Heredia, conde de Bureta. Tuvo dos hijos antes de quedar viuda con 30 años,
Poco después comenzó una relación con Pedro María Ric, quien la mantenía informada por carta desde Madrid de los acontecimientos de los acontecimientos tras la ocupación francesa.
La toma del mando de la Capitanía por Palafox unió a los zaragozanos, que entusiasmados se dispusieron a defender unidos la ciudad. Nobles y plebeyos se entremezclaron y unieron en el deseo de fortificar la defensa de Zaragoza.
El 15 de junio de 1808 se inició el Primer Sitio de Zaragoza y Consolación comenzó a acudír diariamente al hospital de sangre de Nuestra Señora de la Gracia. Allí, junto a otras mujeres, ayudaban a Sor María Rafols y el resto de monjas de la Caridad de Santa Ana, a la atención de los heridos y enfermos que desbordaban las capacidades del hospital.
El del 3 de agosto, el Hospital de Nuestra Señora de Gracia atestado de dos mil heridos fue bombardeado. La condesa se unió al grupo de valientes que entraron en el edificio rescatando del fuego y de los escombros a numerosos heridos y enfermos.
La condesa, consciente de la crítica situación sanitaria, decidió convertir su casa-palacio en hospital. Comenzó a recibir innumerables heridos que se producían diariamente y puso a su disposición todos los medios a su alcance para recuperarlos.
Cuando se enteró de que los franceses se encontraban en las proximidades de su casa, plagada de heridos y enfermos, se parapetó tras un cañón en la puerta del palacio y esperó el ataque del enemigo para repelerlo y proteger a los que en él se resguardaban.
Para conseguir paliar la falta de enfermeras en los centros sanitarios de la ciudad, la condesa decidió crear un cuerpo compuesto por mujeres valientes que se dedicara a la atención de enfermos y heridos, que además se encargaría de la logística del abastecimiento de suministros a los combatientes.
Tras el levantamiento del primer Sitio, Consolación y Pedro María Ric contrajeron matrimonio. En este intervalo, la ciudad se dedicó a la reconstrucción de las fortificaciones destruidas.
El 10 de enero de 1809 comenzó el segundo sitio con interminables bombardeos sobre la ciudad ya devastada que acabarían con la vida de 54.000 zaragozanos.
Nuestra heroína, con su salud muy debilitada por un reciente aborto, buscó la manera de ser útil, y desde la cama comenzó a convertir ropas, manteles y sábanas en apósitos y vendas para curar a los heridos que abarrotaban su casa.
Una vez recuperada, continuó su doble faceta: desde su improvisado hospital, la faceta de enfermera de los heridos en la batalla y de los enfermos de tifus por la epidemia que asolaba la ciudad, y la de asistencia a las tropas en calles y puestos defensivos, animando a la defensa de la ciudad y repartiendo víveres de su despensa cada día más vacía.
El 20 de febrero de 1809 cayó la ciudad, y ante el temor de ser represaliados Consolación huyó con su familia a su casa natal de Fonz donde se refugiaron.
Desde Fonz se dirigieron a Cadiz donde su marido, Pedro María Ric, fue nombrado Vocal de las Cortes por la Junta de Aragón y parte de Castilla y donde vivirán humildemente.
Expulsados los franceses del territorio español, en 1813, la Condesa y su familia regresaron a Zaragoza, donde tuvo un parto muy complicado en el que no se pudo hacer nada para salvar al niño. La enorme pérdida de sangre junto a una infección acabó con la vida de nuestra heroína diecinueve días después, el 23 de diciembre de 1814.
Fue enterrada en la iglesia de San Felipe tras un multitudinario funeral.
Sus actos fueron reconocidos por políticos y militares, españoles y extranjeros.
En 1908, se inauguró el grupo escultórico en la Plaza de los Sitios; en el que aparece, junto a Palafox y Agustina de Aragón, la condesa de Bureta y a un grupo mujeres heroínas enfermeras y defensoras de la ciudad.
Para leer el reportaje completo publicado en la revista Noticias de Enfermería nº 135 pulse aquí
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