María Rafols Bruna. Pionera en la apertura de corredores humanitarios en conflictos armados
Continuando con nuestras enfermeras heroínas de los Sitios de Zaragoza, hoy vamos a narrar la historia de una gran mujer, enfermera y heroína, que tuvo un papel protagonista en la sanidad de Zaragoza, la monja católica María Rafols Bruna.
Desde la antigüedad, el papel llevado a cabo por las diferentes órdenes religiosas en la investigación, la formación y el desarrollo de las ciencias de la salud y de los cuidados de enfermería ha sido fundamental; no solo para la mejora de la asistencia sanitaria, también para la prosperidad y progreso de las sociedades.
NACIMIENTO E INFANCIA
María Josefa Rosa Rafols Bruna nació el 5 de noviembre de 1781 en el Molino de Rovira muy próximo a Villafranca del Panadés en la provincia de Barcelona, Su infancia transcurrió en un entorno feliz, en el seno de una familia muy humilde, alrededor del molino donde trabajaba su padre Cristóbal Rafols.
Tras la muerte de Cristóbal, a los cincuenta años, comenzaron las dificultades de la madre, Margarita Bruna, para mantener a la familia. Comenzó un largo y peregrinaje con continuos cambios de residencia en busca del difícil sustento de sus cinco pequeños hijos.
Con la pérdida de su padre y de sus hermanos, la niña María Rafols comenzó a reconocer en sus propias carnes las dificultades que la vida acarrea a los pobres, a los enfermos y a los moribundos.
Con apenas trece años, consiguió ingresar en el monasterio femenino de San Gervasio, de la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén. Fue una de las primeras monjas que abandonaron la clausura para dedicarse a labores de enfermería, hecho prohibido hasta entonces, y donde encontró su verdadera vocación de entrega a los enfermos y a los más necesitados.
COMIENZOS DE SU TRABAJO COMO ENFERMERA
Entre 1784 y 1804 se formó en el cuidado de los enfermos y comenzó a trabajar en el Hospital de la Santa Cruz junto a otras jóvenes.
En diciembre de 1804 fueron solicitadas para atender a los enfermos del Hospital de Nuestra Señora de Gracia en Zaragoza. Hacia allí se dirigieron dos hermandades dedicadas a la beneficencia, doce hombres y doce mujeres, Hermanos y Hermanas de la Caridad.
De la docena de Hermanas, además de la Madre Rafols, solo se tiene constancia documental del nombre de otras tres de sus compañeras Tecla Cantí, María Rosa Cuchi y Raimunda Torradellas.
Viajaron en carros hasta Zaragoza, donde llegaron el 28 de diciembre con la misión de poner orden en el hospital Provincial de Nuestra Señora de Gracia que atrasaba una situación caótica.
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